domingo, 28 de enero de 2018

Receta para vagos #12: Pasta al aroma de Noruega

¡Hola holita, Miguelitos!
¿Qué tal os encontráis? Nosotras estupendamente, gracias por preguntar. Si es que sois unos cielos. Tenemos los mejores fanses del multiverso. ¡APUCHURRU PUCHURRU! ¡Ah, queridos! ¿Habéis visto nuestra nueva portada? ¿Eeeeeeehhhhh? ¿Os gusta? ¡Nosotras ya estamos de carnaval! Sentíos libres de uniros si queréis. Tenemos fiesta. Virtual, sí, pero fiesta. ¡FIESTA!

Bueno, dejemos de parlotear y vayamos al grano (qué expresión más fea e increíblemente descriptiva. Es alucinante). ¿Tenéis hambre? ¡Esperamos que sí, porque esta semana queremos dejaros una de nuestras famosas-por-el-mundo-entero recetas para vagos! Por favor, no nos aplaudáis, que nos sonrojamos, no es necesario, de verdad (en realidad sí es necesario, pero nunca está de más ir de modestas por la vida). Esta es una de las preferidas de Camino cuando está extremadamente vaga y tiene los ingredientes necesarios en casa.

Además, el nombre del plato evoca cierta elegancia falsa, cual velo de tul sobre un plato de chorizo, porque siempre queda muy bien engañar a los hipotéticos comensales poniéndoles nombres de haute cuisine a los experimentos culinarios (como soy más simple que el mecanismo de un botijo, me hace gracia que a las cosas relacionadas con comida se las llame culinarias) (CULinarias, xD) que suelen crearse cuando tienes hambre pero no muchas cosas en la nevera.


¿Habéis preparado vuestras papilas gustativas para semejante viaje alimenticio?

PASTA AL AROMA DE NORUEGA

INGREDIENTES
Agua.
Cazuela.
Pasta. Queda a su elección el tipo de pasta. (A mí me gustan los lacitos, porque soy una princesa) (Yo soy más de espirales porque… me gusta dar vueltas en círculos).
Un bol.
Queso crema. Tipo Philadelphia.
Un chorrito de nata para cocinar (si no tiene, puede echarle un poco de leche).
Salmón ahumado. (He aquí de donde viene el aroma de Noruega. Ya está, no se emocionen).
Perejil.
Sal, pimienta y eneldo.
Plato.

PROCEDIMIENTO
1. Encienda el fuego.
2. Ponga agua a cocer en una cazuela.
3. Eche al agua hirviendo un poco de sal.
4. Mida la pasta. El ratio perfecto es un vaso por persona. Haga caso omiso de la medida perfecta y eche al agua toda la pasta que su corazón desee. (Como Dios manda. A la pasta no se le ponen medidas). (Igualito que al amor queso).
5. Mientras la pasta está en el agua, coja un bol de la encimera (o del armario. Yo los suelo tener guardados en el armario) y eche el queso crema (dos o tres cucharadas por persona) y el chorrito de nata para cocinar… o leche, en su defecto. Mezcle bien con un tenedor.
6. Meta el bol al microondas durante 30" (segundos) a máxima potencia.
7. Saque el bol y remueva bien.
8. Meta el bol a microondas durante 30" (segundos) a máxima potencia.
9. Saque el bol y remueva bien.
10. Siga repitiendo los pasos 6, 7, 8 y 9 hasta que la mezcla esté caliente (o hasta que muera de inanición). Pruébela metiendo un dedo: si cuando lo saque no le queda carne en el mismo, es que está caliente. ¡Perfecto!
11. Salpimente la mezcla y añada un poquitito de eneldo picado.
12. Corte un par de lonchas de salmón ahumado en taquitos. (Salmón, que no trucha. SALMÓN). (Este es un problema que ya hemos trabajado anteriormente).
13. Para entonces la pasta debería estar hecha. Pruébela, quémese y maldiga acordándose de todos sus antepasados y, de paso, de los nuestros.
14. Escurra la pasta. (Con un colador adecuado. Absténgase de estrujarla entre sus dedos. Así se escurren los trapos, no la pasta).
15. Sirva en un plato, rocíe la salsa de queso por encima y añada los taquitos de salmón.
16. Agregue un poco de perejil picado por encima para dar la impresión de que como está comiendo cosas verdes, es usted muy sano. Si la pasta escogida ya es de esa que tiene colorines, naranja, amarillo y verde, siéntase aún más sano.
17. Disfrute.



Y así, sin esfuerzo y con apenas quemaduras de segundo grado, tenéis un plato suculento, fácil y rico, del cual si os curráis la presentación, podéis hacerlo pasar fácilmente por una delicatessen de primera clase. Porque tiene salmón. Las cosas que tienen salmón siempre son más vistosas. El perejil también le añade cierta distinción. Los toques verdes finales siempre hacen parecer que te has trabajado más el plato de lo que lo has hecho. Y además tiene queso, con el que, obviamente, siempre vais a triunfar. Porque queso. Duh.

Y con esta aportación a vuestra dieta diaria, nos despedimos. Porque sabemos que somos geniales pero tampoco queremos empacharos de nuestra existencia. Para disfrutarnos es necesario dosis pequeñas y racionadas. Como bien dicen las señoras mayores… lo poco agrada y lo mucho cansa. (¿Estas señoras nunca han comido queso o qué? El queso nunca cansa) (nosotras tampoco, ya puestos). Con esto y un bizcocho… ¡hasta mañana cuando volvamos a publicar a las ocho la hora que nos salga del pototo!

Con mucho amor y brillis brillis
Camino y Marina

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